Guía para no cerrar tu negocio en la pandemia
- Business COACH Javier Maldonado
- 25 nov 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 18 dic 2020
La pandemia de COVID-19 ha sido un golpe inesperado para las empresas. Dueños de negocios de todo tipo y tamaño hoy toman decisiones para sobrevivir y continuar con sus operaciones a corto plazo, pero solo los que busquen renacer asegurarán su permanencia a largo plazo.
¿Sobrevivir o renacer? Son conceptos diferentes y requieren de acciones distintas.
La supervivencia está dictada por lo inmediato, el renacimiento, por la transformación para el largo plazo.
La emergencia sanitaria como se ha manejado en México, ha obligado a las organizaciones a centrarse en la supervivencia durante los meses de abril a junio, dejando la transformación “para tiempos más tranquilos”.
Sin embargo, casi sin pensarlo, la presión por sobrevivir ha dado origen a adaptaciones y soluciones creativas en varias empresas e industrias.
Cuando la pandemia termine, muchas organizaciones habrán descubierto nuevas vetas de negocio que integrarán a su portafolio anterior. Algunas habrán transformado su modelo de negocio por completo, debido a las restricciones derivadas de la crisis.
Estas empresas presionarán a las demás para que se reinventen.
Además, esto subraya la necesidad de buscar formas de transformarse hoy, y no solo sobrevivir. Las organizaciones necesitan transformarse para enfrentarse a un mercado que también está en evolución.
El talento para renacer: apóyate en tu equipo y en expertos independientes
Las estrategias más importantes para esta transformación sin duda se enfocan en las personas. La crisis actual es un buen momento para descubrir talentos internos que se habían pasado por alto y revalorar de manera más objetiva a todas las personas de la organización.
Los colaboradores también están viviendo situaciones personales complejas y valorarán mucho que la empresa les brinde apoyo y espacios de expresión y mejora. Es decir, los dueños de Pymes deben dar a su equipo la oportunidad de tener más control sobre lo que ocurre en su vida profesional ante la crisis.
Si el equipo piensa que lo que hace es valioso para la empresa y para ellos mismos, si percibe que las reglas del juego son claras y que todos sus compañeros comparten el compromiso, el equipo trabajará de forma eficiente y productiva.
Y también si perciben que pueden preguntar y aportar ideas sin ser criticados, sino escuchados como personas y como colaboradores, la creatividad y el desempeño del equipo se potencian.
La gente quiere sentir que tiene control sobre su trabajo y que puede aportar. No quiere dueños ni jefes intrusivos, controladores, “sabelotodo”. Las personas quieren que confíen en ellos, les den herramientas y les permitan tomar riesgos.
Los dueños que buscan asegurar la supervivencia, pero que se sienten solos, deben dejar a expertos plantear estrategias creativas para asegurar la liquidez de su empresa.
La liquidez en momento de crisis
En las crisis, la primera tarea es asegurar la liquidez. Es imprescindible verificar que todos entienden y trabajan para lo mismo. Si la empresa va en picada, todos han de contribuir a su rescate, desde el dueño hasta la persona que realiza la limpieza.
Si la empresa no se levanta, todos deben cambiar de actividad y enfocarse en su salvación.
Eso probablemente resolverá lo inmediato, pero ¿qué pasará después?
Si todo el mundo en la organización tuvo oportunidad de colaborar en la salvación, todos tendrán una perspectiva distinta de la empresa. Habrán entendido el juego y el mercado de una manera que no hubieran podido comprender desde sus funciones tradicionales y con la jerarquía detrás de ellos. Será momento de imaginar el futuro en equipo; no será labor exclusiva del dueño imaginar nuevas estrategias.
Desaprovechar el conocimiento de los colaboradores sería un acto de soberbia.
El dueño de negocio deberá entonces vigilar dos grandes procesos:
Por supuesto, la supervivencia, pero de manera simultánea y no menos importante
La reinvención.
Si tiene la capacidad de tomar ambas responsabilidades, que lo haga; si no le es posible, es mejor delegar (una o ambas). No siempre el mejor director de un cuarto de crisis es el dueño o el director general.
Incluso a veces estorban.
Es mejor dejar trabajar a quien está logrando la supervivencia y, por otro lado, fomentar y provocar el diálogo y la creatividad del personal para la reinvención de la organización. Es necesario apoyarse de expertos independientes quienes tienen ideas y estrategias definidas que les pueden ayudar.
Pero si el dueño no ocupó a su equipo para sobrevivir ahora tiene una labor aún más difícil que es re aperturar sus operaciones.
El dueño debe hacer a un lado la idea que en un momento así no puede gastar en expertos pues es de hecho cuando debe hacerlo, ya que este es un gasto pensado que traerá beneficios a corto plazo y quizás sea el factor que permita sobrevivir a su empresa.
En cuanto a sus emociones, y particularmente la soledad que el dueño siente, debe aprender a escucharlas para funcionar mejor con ellas.
Por ejemplo, el miedo y la ira pueden llevar a la huida o a la agresión.
Un dueño que es presa de la soledad puede actuar de manera más arrebatada y arbitraria que de costumbre, centralizando las decisiones, limitando las aportaciones de sus colaboradores o tomando decisiones viscerales con clientes (cobranza), proveedores (pagos) o colaboradores.
Lejos de arreglar el problema, esto genera nuevas dificultades.
Tener miedo ante la incertidumbre o enojo ante la realidad que percibimos está bien. El miedo y la ira, son emociones básicas para sobrevivir: sirven para mantener el cerebro alerta, concentrar la atención y dar energía extra ante los retos.
Pero no deben dominar el actuar del dueño, deben modularse y ser usadas para canalizar la energía en la transformación de la organización: el cambio en los modelos de negocio será inevitable.
Hoy más que nunca, el desarrollo de las virtudes resulta esencial para el dueño de negocio. Existen cuatro:
La prudencia (que rige mi actuar),
La fortaleza (saber acometer y saber resistir),
La templanza (autodominio), y
La justicia (darle a cada quien lo que le corresponde)
De la fortaleza se ha hablado mucho recientemente.
Específicamente de una manifestación particular: la resiliencia o la capacidad para recuperarnos ante las adversidades. La prudencia hoy está en saber escuchar a nuestro alrededor (incluyendo a los expertos independientes) y en saber explotar nuestra imaginación creativa.
No estamos llamados a tener todas las respuestas, pero sí a saber escuchar con atención y aprender con humildad de todo lo que está sucediendo en mi entorno, mi sector, mi industria, mi mercado y mi organización.
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